Es la hora de las tortas!!!

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Epiléptico: El ascenso del Gran Mal

Epiléptico: El ascenso del Gran Mal
Guion
David B.
Dibujo
David B.
Formato
Rústica con solapas, 384 páginas
Precio
26 €
Editorial
Salamandra Graphic. 2019
Edición original
L'Ascension du haut mal FR

Lo reconozco, no había oído hablar de David B. hasta 2014. Ese año entrevisté a Mike Carey en el Salón del Cómic de Barcelona, uno de mis guionistas preferidos, y me dijo que en algún momento le gustaría hacer algo con un artista francés llamado David B. que había firmado una obra llamada Epiléptico, a la que instantáneamente puse en mi lista de pendientes. Y ahora, con la reedición de la misma de mano de Salamandra Graphic (la anterior edición era de Sins Entido, editorial que cerró ese mismo 2014), por fin he podido leerla. Vamos con ella.

Epiléptico pg1

La verdad es que la lectura de Epiléptico me llamaba más la atención por el nombre del autor (y por quién me había hecho fijarme en él) que por la temática que aparentemente trataba. Las obras centradas en temas médicos, salvo en contadísimas ocasiones, no me atraen y no suelen conseguir interesarme. Pero es que Epiléptico, aunque hable sobre la enfermedad en cuestión, no tiene en ella el centro de la historia. Aquí, David B. nos cuenta su autobiografía, marcada desde su infancia por la enfermedad de su hermano mayor Jean Christophe, el epiléptico de la historia. David, nacido Pierre-François, ve alterada su vida desde prácticamente sus primeros recuerdos por la presencia de un miembro de su familia nuclear con un trastorno incapacitante. Pero el trastorno es la epilepsia como podría haber sido cualquier otro: El ascenso del Gran Mal -el “gran mal” es un término antiguo para referirse a esta enfermedad en francés- es una historia sobre cómo reacciona la gente a la presencia de un familiar cercano con una enfermedad que marca el ritmo de la vida diaria, y como la sociedad trata como apestados a personas con ciertas dolencias. En este caso, no encontrando una cura en la medicina científica para la enfermedad de su hijo, los padres de Jean Christophe, Pierre-François y Florence -la hermana pequeña, que tiene un papel meramente testimonial en la obra- caen en manos de estafadores, curanderos y engañabobos de la peor calaña, llevando a la familia completa en un duro peregrinaje de un desalmado a otro que ve en la familia Beauchard una oportunidad de negocio. Así, se encontrarán con comunidades que aseguran que la epilepsia se puede curar con alimentación macrobiótica -con el oportuno paso por la tienda de productos macrobióticos-, con acupuntura -que como todo el mundo sirve para todo, desde para dejar de fumar hasta para que las plantas florezcan y luzcan más-, con homeopatía -qué decir de la homeopatía a estas alturas-, masajes, oraciones, antroposofía, espiritismo y prácticamente cualquier tipo de pseudoterapia y superchería que se cruza en su camino. David B., ante este panorama familiar, se refugia en un mundo de fantasía, inventándose historias para evadirse de la realidad que, a la postre, sería el origen de su carrera como autor de novelas gráficas.

Efectivamente, el macguffin de Epiléptico es la epilepsia. Pero no es difícil que quien haya tenido que convivir con un enfermo complicado se vea identificado con alguno de los pasajes de esta obra. En mi caso, en particular, habiendo tenido un tío alcohólico viviendo en casa durante una temporada, llegaba a entender a la perfección el rechazo que David B. sentía por su hermano… porque yo lo había sentido por mi tío. Sí, no es una reacción racional, y casi nunca el enfermo es culpable de su enfermedad, pero notar que se ha venido abajo el equilibrio perfecto que era tu vida antes de ese elemento perturbador provoca una sensación de distanciamiento hacia quien está trastornando tu día a dia. Quizás sea una reacción egoista… pero es humana.Epiléptico pg2

En el aspecto gráfico, David B. presenta unas páginas tan impactantes como el guión que ilustran. El uso del blanco y negro cambia según cada escena, alternando entre viñetas con líneas perfectamente definidas para las ilustraciones que el Pierre niño dibuja de batallas de los mongoles de Gengis Khan hasta densas masas de negro con un trazo sucio e irregular para representar los momentos en los que el autor se siente más oprimido por la carga que siente que es su hermano. En algunos momentos puede llegar a recordar a Charles Burns y en otros a Marjane Satrapi, autora a la que, por cierto, David B. introdujo en el mundo del cómic.

Epiléptico no es una lectura amable en absoluto. Es dura, oscura, y aunque se pueda llegar a comprender las reacciones del autor -o incluso a empatizar con él- no podemos evitar tener la sensación de que, aunque nos esté abriendo las puertas de su intimidad y mostrándonos todo lo que lleva dentro, no es una buena persona. Es una obra con la que el autor pretende liberar su ansiedad, justificar por qué ha reaccionado en su vida como lo ha hecho, y en cierto modo, pedir perdón por ello. Y es una obra que explora las posibilidades narrativas del medio llevándolas al límite, haciendo de ella una lectura densa y opresiva pero tremendamente fascinante a la vez. Una de las grandes lecturas de los últimos tiempos. Muchas gracias, Mike Carey.