Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Cuéntalo

Cuéntalo
Guion
Basado en la novela de Laurie Halse Anderson.
Dibujo
Emily Carroll.
Formato
Rústica con solapas, 388 págs, B/N, 17x23 cm.
Precio
26,50€.
Editorial
La Cúpula. 2018.
Edición original
Speak (Farrar Straux Giroux Books).

Uno de los lanzamientos más comentados de La Cúpula en los últimos meses ha sido este Cuéntalo, de Laurie Halse Anderson y Emilly Carroll y que gira en torno del abuso sexual en la adolescencia. La guionista adapta así la exitosa novela de 1998 (que en España editó SM con el título Cuando los árboles hablen), que resultó ganadora de múltiples premios literarios, llegando a quedar finalista del Premio Nacional de Literatura. Una obra dura, que se centra en los sentimientos de la protagonista y que produce en el lector una continua sensación de incomodidad.

Cuéntalo
Cuéntalo
nos presenta la historia de Melinda, una chica de trece años que cambia de Instituto, donde se siente un bicho raro y no acaba de encontrar nadie con el que conectar. Su antigua amiga del colegio Heather parece más interesada en impresionar al grupo de chicas populares, lo cual la hace alejarse de la «bicho raro». Sus padres también tienen cosas más importantes que hacer que prestar atención a su hija, como por ejemplo, tirarse los trastos a la cabeza el uno al otro. Y Melinda oculta un secreto que la está consumiendo por dentro: unos meses antes, sufrió una agresión sexual por parte de un chico mayor en una fiesta. Y ese chico, acude también al Instituto Merryweather, por lo que Melinda tendrá que coincidir con él.

Me llama mucho la atención que la campaña publicitaria de la obra no oculta en ningún momento el tema de la agresión sexual, e incluso el propio título da una idea… pero sin embargo no se habla explícitamente de ello hasta prácticamente pasada la mitad de la obra. Las primeras casi doscientas páginas nos cuentan el día a día de Melinda: cómo se siente incomprendida, cómo ve a sus profesores, cómo se siente aislada sin encontrar alguien con quien hablar, y cómo tendrá que buscar su zona de confort donde no sentirse mal. Al principio lo interpreté como una falta de tacto por parte de la editorial, que estaban spoileando la historia… pero poco a poco me di cuenta de que la intención de la autora no es en ningún momento construir un misterio acerca de qué le pasó, sino mostrarnos con todo lujo de detalles cómo se puede llegar a sentir una chica de esa edad que está atravesando esa dura experiencia, y más en un entorno tan hostil. Y vaya si lo consigue…

Cuéntalo

El guión, basado en la novela de Anderson, es muy interesante, precisamente por esa sensación de no estar contando nada y pasar páginas y páginas sin que suceda nada, pero se apoya en una descripción muy precisa de sus sensaciones, y colabora con la dibujante creando una serie de metáforas visuales que resultan devastadoramente efectivas. Por ejemplo, usa continuamente a los conejos para mostrarla como su corazón que se encoge, o cómo se siente frente al lobo que es su violador. Pero también hay algunas metáforas más visuales, como ese intento de borrarse la cara cuando se la lava, o cómo representa la enfermedad de los profesores en plena epidemia de gripe como personas que se derriten… El simbolismo es un recurso recurrente en toda la obra. Incluso lo usa como elemento de la trama, con una asignatura en la que se pone la tarea de buscar simbolismo en el cómic, y profundiza en la clase de arte y en el mensaje de obras de Picasso y otros autores, y cómo puede llegar a identificarse Melinda con ello. Y una de las metáforas más bonitas de la obra es la que ha propiciado el título de la novela en castellano, de esos árboles que cuando le quitas la corteza pueden contar una historia…

La adaptación corre a cargo de Emily Carroll, a quien conocemos en España por obras como Cruzando el bosque (Sapristi) y que tiene un estilo sobrio pero que a la hora de representar sensaciones explota consiguiendo efectos muy potentes. La escena de la violación está narrada brillantemente, pasando de unas viñetas redondeadas y una composición de página amable de historia de amor a otras oscuras, con manchas de tinta y un estilo más propio del terror, consiguiendo producir malestar en el lector sin necesidad de ser explícito y tirando mucho de representación visual. Y es que eso es algo que consiguen ambas autoras muy bien: crear una incomodidad, mostrándonos a esa chica que no encuentra refugio salvo en un cuarto de limpieza del Instituto abandonado, que ella misma reacondiciona para aislarse del mundo. Solo las clases de arte, a las que inicialmente no encuentra sentido, suponen una mínima válvula de escape.

Cuéntalo

Tal vez algún lector pueda encontrar en Cuéntalo conexiones con la novela adaptada a exitosa serie de Netflix Por trece razones. Tienen bastante en común, aunque el planteamiento es radicalmente diferente. Si la serie de TV gira en torno a un misterio y a un desconocido responsable de la decisión de su protagonista Hannah, aquí no hay nada de eso. Sí, no quedan claro los detalles de lo que le ha sucedido, pero en esta obra se busca más llegar a transmitir lo que sintió Melinda, que no deja de ser un alter ego de la propia autora, quien atravesó por esa experiencia cuando tenía trece años. Por eso muestra tan bien cómo esas etapas en las que no encuentra salida, que se llega a autolesionar, a verse como un monstruo… que es algo que impacta mucho durante la lectura, y permite hacer una mínima idea de lo que debe ser atravesar por semejante calvario.

En definitiva, Cuéntalo.

Sí, es el título que pongo habitualmente a esta parte de las reseñas, pero es que además, me parece una conclusión fabulosa: Cuéntalo. Si te sucede algo así, cuéntalo. No te lo quedes para ti. Aunque te sientas mirada por encima del hombro como Melinda, porque cuando llamó a la policía para denunciar, todos los jóvenes pensaban que había denunciado la fiesta en lugar de la agresión. Aunque estés rodeado de gente a la que no crees importar mucho. Aunque te mires al espejo y no te reconozcas. Cuéntalo. Tú no tienes la culpa. Cuéntalo.

Obras como esta deberían ser lectura obligatoria en escuelas. Está contada con un tono cercano a los jóvenes, sin caer en el «intento de molonismo» que tan ridículo resulta en algunos relatos para jóvenes. Es directa, dura… y necesaria. Y está narrada con una fuerza que te hace sentir mal. Porque nadie que termine de leer esta obra debe sentirse bien. No sería positivo.

Lo mejor: El simbolismo visual y literario. Algunas viñetas de Carroll son un verdadero puñetazo en el estómago. Algunas frases del guión.

Lo peor: No contarlo.