Es la hora de las tortas!!!

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Crítica cine: El Hombre de Acero

Anoche asistimos al preestreno de la sexta encarnación de Superman en el celuloide: El Hombre de Acero, de Zack Snyder.

Si de lo que se trataba era de superar la película anterior, Superman Returns, la misión era tarea fácil. Sólo había que hacer las cosas bien. Y aunque no es una película perfecta, y tiene bastantes errores, como película es mucho más entretenida que la versión de Bryan Singer.

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Para resumir El Hombre de Acero, podemos decir que es el resultado de unir los dos primeros Superman de Richard Donner: por un lado, la destrucción de Krypton y el origen de Superman ocupan la primera mitad de la película; de la lucha contra los rebeldes kryptonianos liderados por el General Zod se ocupa la segunda mitad.

Visualmente, Krypton no se parece en nada a ninguna de las versiones que hayamos visto, ni en pantalla ni en papel. Enormes rascacielos, tonos marrones por doquier, dragones voladores (en serio)… En algunas escenas parecía más el planeta de Avatar que otra cosa. La primera media hora nos cuenta cómo es sofocado el golpe militar de Zod y la destrucción del planeta Krypton. A contiuación se alternan escenas de un Clark Kent adulto, usando sus poderes de incógnito, con su infancia y adolescencia en Smallville, a medida que los va descubriendo. Este es, para mí, el auténtico Superman. La escena en que rescata a los trabajadores de una plataforma petrolífera, aun sin su traje rojo y azul, nos muestra la verdadera esencia del hombre de acero, capaz de adentrarse entre las llamas y dejar que una torre se le caiga encima  con tal de salvar vidas humanas.

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Tras ello viene la escena mil veces contada del descubrimiento de su origen alienígena y el momento en que decide usar sus poderes para ayudar a los demás (¿tornados en kansas? ¡Para todas las estacions!). Dos situaciones muy forzadas, y con muchas lagunas. No voy a destripar nada aquí, prefiero que lo veáis vosotros mismos. Pero un poco más de atención a los detalles hubiera hecho ganar muchos enteros a la película.

Y en la última hora y media todo se acelera, sin dejar apenas un momento de respiro. Superman, ya con su característico traje, lucha con los kryptonianos (impresionante el dos contra uno en Smallville) y el director nos da un atisbo de lo que es capaz de hacer con un buen equipo de efectos especiales y un buen director de acción. La pelea es brutal, violenta, sin concesiones. Todo lo que no fue Superman II, que aunque buena película, nos dejó con ganas de algo más. Y de ese “algo más”, El Hombre de Acero tiene a espuertas.

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El final, cogido con alfileres, es un refrito del de Transformers e Independence Day. Debería haber habido otra manera de acabar la película, no sé cuál, para eso pagan una millonada a los guionistas (Christopher Nolan y David S. Goyer). Y claro, no puede faltar la pelea final con el malo de turno. Al menos no le tira una S de celofán gigante como en Superman II (en serio, ¿alguien sabe qué era eso?). Sin saber por qué, los guionistas nos dejan entrever las motivaciones del General Zod. ¡Por fin algo de profundidad en un personaje! El final de esta descomunal pelea es una de las mayores salidas de personaje que he visto en una película de superhéroes, y hasta aquí puedo escribir (ésta, amigos, es una reseña libre de spoilers).

El Hombre de Acero no es una mala película. Cumple con su función de entretener, e incluso de epatar con los efectos visuales. Pero…

Superman no es Superman, es un tipo con los poderes de Superman y un traje como el de Superman (¡los calzoncillos por fuera! ¡el traje de tela, no de piel de pelota de baloncesto! ¡el mechón sobre la frente, por Dios!).

Lois no es Lois, le falta carisma, personalidad, fuerza, empaque…

Perry White no es white (¡badabum-chiss!), y encima lleva un piercing en la oreja. ¡Un piercing!

¿Y dónde está Jimmy Olsen? ¿Eh?

Jor-El (grande, Russell Crowe), el científico, dispara y lucha cuerpo a cuerpo mejor que los soldados de Zod. ¿Qué demonias enseñan en las facultades de ciencias kryptonianas, krav maga?

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Como dije al principio, no es una película perfecta, pero es lo más cerca que podemos estar a una adaptación del Superman del siglo XXI. Si bien la versión de 1978 era una película que podía ver y entender un niño de seis años (como los tebeos de entonces), ésta es imposible de disfrutar por los más pequeños (como los tebeos de ahora). También es verdad que no es su público objetivo, sino nosotros, los talluditos treintañeros que aún leen tebeos, y los adolescentes y adultolescentes que necesitan una dosis semanal de cine palomitero.

Y el 3D no molesta demasiado. Oscurece algo la imagen, sí, y algunas escenas impresionan, pero si la veis en 2D tampoco os perdéis gran cosa.

Ah, el productor es Jon Peters. Por fin ha conseguido meter su araña gigante en una película de Superman.