Una nueva obra de Peter Bagge siempre es motivo de alegría para sus fieles lectores. Más aún, teniendo en cuenta que hacía casi tres años desde su último trabajo, la biografía de Zora Neale Hurston y otros tres desde la anterior, la biografía de Margaret Sanger. Siguiendo en esta misma línea, Credo es la biografía de una tercera mujer. Cerrando con esta obra la trilogía de biografías de mujeres que lucharon por vivir la vida que querían vivir, hoy le toca a Rose Wilder Lane, escritora, feminista y libertaria.
Esta última entrega del periodo biográfico de Bagge, que según el propio autor ha sigo un trabajo durísimo por la enorme labor de documentación necesaria para producir cada una de estas novelas gráficas, es posiblemente la más cercana a su ideología personal. Rose Wilder Lane, además de coescribir junto con su madre Laura Ingalls Wilder los libros de La casa de la pradera, es una figura con una notable trascendencia posterior: es, junto a Ayn Rand e Isabel Paterson, una de las iniciadoras del Libertarismo en Estados Unidos. En esta narración, Bagge nos lleva desde la infancia de Rose hasta después de su muerte, pasando por su educación, sus primeros trabajos, sus inicios en el mundo literario, sus primeros contactos con la política a través del socialismo y el comunismo y su profundo desencanto con las políticas de izquierdas tras su viaje por Europa al ver en qué se convertían esas utopías en el mundo real. A partir de ahí, su profunda ansia de libertad y su desprecio por toda forma de gobierno le lleva al libertarismo, término creado por ella misma y filosofía compartida por Peter Bagge. Por cierto, el Dadme Libertad que se lee en la portada se titula en su edición original Give Me Liberty. Sí, Frank Miller es otro ilustre libertario.
Rose Wilder Lane es una mujer compleja, y la tormentosa relación que tuvo con su madre a lo largo de toda su vida fue sin duda uno de los motivos por los que fue la persona que fue. Se dice también que hoy en día sería diagnosticada con trastorno bipolar, pero hay que reconocerle la fuerza, la pasión con la que afronta prácticamente cada momento de su vida. Tanto es así, que lleva sus ideas hasta sus últimas consecuencias. Y para mantener al gobierno fuera de su vida, no acepta bienes de primera necesidad que provengan de racionamientos estatales y mantiene sus ingresos en niveles mínimos para no tener que pagar impuestos. Vamos, que aunque le complicó la vida notablemente, fue coherente en todo momento. No era una liberal de palo de esas que viven toda su vida mamando de lo público.
Credo es, sin duda alguna, un interesante retrato de un persona más interesante aún. Pero no sólo es lo que cuenta lo atrayente para el lector de Bagge. Junto a las biografías previas de Margaret Sanger y de Zora Neale Hurston, nos presenta un retrato ideológico bastante definido del autor que acabó escribiendo una serie de tiras para la revista Reason, recopiladas en el volumen Todo el mundo es imbécil menos yo y otras agudas observaciones. El libertarismo de Lane, el derecho a decidir de Sanger y el antirracismo de Hurston nos dejan claro que para Bagge la libertad y la individualidad son pilares irrenunciables, y estas tres biografías -y el enfoque que hace de ellas- nos ayudan a conocer más profundamente al autor y a contextualizar el resto de su obra.
