Aunque Jack Kirby dijo en una entrevista concedida a The Comics Journal, publicada en 1990, que el momento más gratificante a nivel creativo de toda su carrera fue El Cuarto Mundo en DC, tras su vuelta a Marvel en 1976 aún tenía un buen puñado de conceptos de esos de dejarnos con la boca abierta. En Los Eternos, Kirby retomó temas e ideas que tenía en la cabeza para los Nuevos Dioses, y uno de los títulos que se estuvieron planteando para esta serie fue, precisamente, El regreso de los Dioses. Y al igual que Nuevos Dioses, Los Eternos fue cancelada tempranamente, dejando varias de las tramas que había planteado sin cerrar. Con este segundo volumen de la Colección Los Eternos se completa la edición de la serie original de Jack Kirby.
En varias ocasiones se ha dicho que el torrente creativo de Kirby tiene un lado positivo y uno negativo. Que hasta sus creaciones de segunda fila tienen una potencia brutal y se siguen utilizando décadas después es un hecho. Pero también es cierto que la falta de control, de un editor que le marcara ciertas directrices -papel que durante la Silver Age cubrió Stan Lee- hacía que acabara desvariando y perdiendo el favor del público. Quizás esta segunda mitad de la serie no sea tan imaginativa como la primera, pero aún así tiene ideas tan potentes como la Unimente, la entidad en la que se fusionan todos los Eternos en momentos de necesidad, o la presentación de Gilgamesh el Olvidado, mostrando una mitología antigua más que fue influída por los Eternos. Quizás los mitos que más reflejaron a la raza creada por los Celestiales fueron los griegos, pero no fueron los únicos.
El asunto del panteón griego planteaba un problema de integración de estos personajes en Marvel: los dioses olímpicos ya estaban establecidos en el Universo Marvel, y Hércules llevaba apareciendo regularmente desde el primer anual de Journey Into Mystery de 1965, once años antes. ¿En qué queda entonces la relación Eternos/Dioses Olímpicos? En un extraño encaje de bolillos que nunca ha terminado de cuadrar, y que quizás debería haberse dejado fuera de continuidad. Pero claro, si se hubiera hecho tal cosa, se habría perdido un concepto tan poderoso como los Celestiales -uno de los diseños más potentes del Rey-, y delirios como Tierra X no habrían sido posibles. Eso sí, la idea original de Kirby consideraba que los Eternos no formaban parte del Universo Marvel. ¿Cómo se justifica entonces, por ejemplo, la presencia de Hulk en esta portada? En el interior se habla de “los personajes de Marvel” como entidades de ficción.
Pese a la importancia de estos personajes en la mencionada Tierra X, a haber tenido varios miembros de esta raza dentro de la alineación de los Vengadores o a la mediática serie de Neil Gaiman y John Romita Jr., la serie original de Los Eternos sólo se había editado tres veces en castellano. La primera, de la mano de Vértice, llega en 1977 dentro del segundo volumen de la serie genérica Selecciones Marvel, aunque quedaron fuera el anual y el último número. Habría que esperar hasta 2001 para encontrar una nueva edición, en esta ocasión de Fórum, pero en blanco y negro y en tamaño reducido, en la Biblioteca Marvel: Los Eternos, que además incluyeron los complementos de What If que veremos en el quinto volumen de esta serie. Y por último, Panini editó la serie completa, con el anual pero sin la parte de What If, en el primer volumen de la serie Marvel Limited Edition en 2015.
Tras la salida de Kirby de Marvel en 1978, ya definitivamente y una vez más por discrepancias sobre su reconocimiento y por desavenencias económicas, la editorial decidió que estos personajes eran demasiado interesantes como para dejarlos olvidados en una Tierra paralela y decidió integrarlos en la continuidad de la Tierra 616, pero esa tarea ya caería en las manos de Roy Thomas, y la acometería en la serie regular de Thor. Eso lo veremos a partir del tercer volumen de la Colección Los Eternos, del que hablaremos en unos días.
