Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Cíborg: El hombre dentro de la máquina


Se me hace bastante rara la manía que está teniendo DC de meternos por los ojos a Cíborg. Sí, es un personaje que me funcionaba muy bien dentro de los Titanes, como uno de los miembros más maduros del grupo y contrapunto serio y más cerebral a personajes más impulsivos como Changeling, Starfire o Kid Flash. Pero no me termina de cuadrar el ascenso a las grandes ligas. En cierto modo, me recuerda a cuando Marvel se empeñó en meter a Bala de Cañón en los X-Men. Sí, era el miembro que más molaba de los Nuevos Mutantes, pero en la Patrulla X nunca llegó a pintar nada. Y ahora con Vic Stone estamos un poco en las mismas. Aprovechando el reseteo de continuidad que supuso Flashpoint, tenemos que ahora Cíborg es uno de los miembros fundadores de la Liga de la Justicia, habiendo desaparecido de los 7 Grandes el Detective Marciano.

Supongo que la idea es, además de tener algún personaje joven en el grupo, retratar una realidad racial más acorde a los tiempos en los que vivimos. Afortunadamente, cincuenta y seis años después de la fundación del grupo, a nadie le extraña que un afroamericano pueda ser un científico o un héroe. Parece que cincuenta y seis años están ahí al lado, pero el mundo ha cambiado mucho en este tiempo. La fundación de la Liga de la Justicia, es tres años antes de la Marcha a Washington de Martin Luther King y sólo unos meses después del documental sobre Malcolm X en televisión. Esta nueva primera alineación hoy en día no rechina. No es, por ejemplo, como la última alineación de Los Vengadores, en la que hay dos afroamericanos, un hispanoamericano, una árabeamericana, un blancoamericano, un sintéticoamericano una asgardamericana y te preguntas cuándo empieza el chiste y cuánto van a tardar en meter en el grupo a Shang Chi y a Pórtico.

(En mi revisión de la cuota racial ideal de la Liga, habría mantenido la alineación clásica, pero cambiando a Hal Jordan por John Stewart, y dejando al primero como el Lantern del entorno cósmico, pero es que yo soy un bicho raro…)

Cambiemos de tercio.

Hoy por hoy, y pese a quien pese, el cine es un negocio más importante que el cómic. Pongamos por ejemplo el último gran (y previsible) fracaso comercial superheroico: Los 4 Fantásticos de Josh Trank. Recaudó en Estados Unidos la irrisoria cifra de 56 millones de dólares. A un precio medio en 2015 de unos ocho dólares por entrada, eso quiere decir que esa película que no le interesó a nadie la vieron siete millones de espectadores en el mercado norteamericano. La colección mensual de los 4F estaba, antes de su cancelación, en el entorno de los 30000 ejemplares mensuales vendidos. Por cada lector fiel de la colección mensual hubo doscientos que se acercaron a ver un fracaso comercial. Ni nos vamos a molestar en hablar de los 78 millones de personas que vieron Los Vengadores o los 74 millones que vieron El Caballero Oscuro. O sí, mira, hablemos. Para que se vendieran tantos tebeos al ritmo de 30000 ejemplares al mes como entradas de cualquiera de estas dos películas, habrían hecho falta más de doscientos años. Así que cuando escuchaba a los que decían que Marvel había cancelado la colección mensual de los 4F para boicotear la película, no podía evitar esbozar una sonrisa irónica. Como si treinta mil espectadores arriba o abajo hubieran supuesto absolutamente nada en el resultado final.

Con esta perspectiva, siendo Cíborg uno de los personajes que van a dar el salto a las pantalla de cine en los próximos años, era de recibo que, para cuando llegue el estreno en 2020, hubiera material en las estanterías de las tiendas de todo el mundo para aprovechar el tirón comercial. Si, qué le vamos a hacer, el mundo es así. Si hasta hay una colección aprovechando el título Legends Of Tomorrow

ciborg

Sea como sea, desde su presentación en sociedad, Cíborg sólo había tenido una oportunidad editorial en solitario, una serie limitada en 2008 dibujada por Ken Lashley y con guiones del ilustre desconocido Mark Sable. La nueva situación del personaje hacía que fuera propicio el momento para darle una colección regular. Los autores, Ivan Reis al dibujo (una de las grandes estrellas de la casa, durante los primeros dos números y abocetando los cuatro siguientes) y David F. Walker al guión (otro ilustre desconocido, responsable también de la nueva serie de Power Man & Iron Fist).

Empieza este tomo con una recreación del personaje como parte del #DCYou. Ya conocemos sus orígenes (vistos, en su versión actual, en los primeros números de la Liga de la Justicia de Geoff Johns y Jim Lee) y conocemos sus poderes. Aquí, tras hacer frente a una amenaza nunca antes vista, es asesinado. Así, tal cual. Pero en ese momento entra en funcionamiento un sistema operativo secundario que le regenera, le da un aspecto nuevo, y ciertas habilidades nuevas que veremos qué partido son capaces de sacarle en el futuras entregas de la serie.

La trama que se desarrolla en este primer tomo tiene su punto, la verdad. Siendo Cíborg parte hombre y parte máquina, el argumento desarrollado gira precisamente alrededor de esta dualidad. Por un lado, está la (difícil) relación de Vic con su padre y con un posible interés romántico. Y por otro, la entidad antagonista de la serie es un colectivo de seres orgánicos que han sido contagiados por un virus tecnológico. Sí, suena muy parecido a la Falange vista en Aniquilación: Conquista. Y también se le parece físicamente.

Hay que reconocer que, aún siendo la corrección política y la oportunidad comercial las motivaciones principales para el lanzamiento de esta nueva colección, el tebeo les ha quedado bastante digno. Quizás está la historia un poco en pañales aún, pero hay que tener en cuenta, además de la poca experiencia del guionista, que Cíborg no tiene, hasta ahora, una trayectoria en solitario que le defina más allá de su historia de origen. No tiene una galería de villanos propia, ni un entorno personal claramente identificable, y es eso lo que se pretende en este primer número. ¿Forzado? Bueno. Quizás, pero todo camino tiene un primer paso, y hay que ver hasta dónde nos lleva éste.