Es la hora de las tortas!!!

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Los chicos malos, The Ultimates

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En el año 2000 Marvel lanzó Ultimate Spiderman, el primer comic de una nueva línea destinada a crear versiones actualizadas de sus principales personajes. El propósito era bien simple: atraer a nuevos lectores si tener que obligarles a ponerse al día en la terriblemente enrevesada cronología del Universo Marvel, con unos personajes más próximos a los de las por entonces inminentes adaptaciones cinematográficas, rejuvenecidos y situados en nuestro mismo momento histórico: fuera matrimonio, fuera Saga del Clon y fuera anomalias históricas tipo amigos veinteañeros veteranos de Vietnam; todo ello sin tener que recurrir a arreglos chapuceros de la continuidad.

Poco después se lanzó Ultimate X-Men, y tras el éxito de ambas, The Ultimates, en la que trabajaron juntos por primera vez Mark Millar y Brian Hitch, ambos provenientes de The Authority, precursora de la serie que lanzaría a ambos a lo más alto.

The Ultimates, en principio una serie limitada de 12 números, es la versión de Los Vengadores del Universo Ultimate. Millar nos ofrece las versiones definitivas de los personajes, o más bien, lo que el cree que es le esencia del personaje llevada al límite: Bruce Banner es más débil e inseguro que nunca, un personaje patético que se transforma en un Hulk totalmente incontrolado que da salida a todas sus frustraciones. El Capitán América es, básicamente, un soldado. Hank Pym y La Avispa son un matrimonio aparentemente feliz que esconde una relación totalmente malsana (recuerdo de la etapa de Roger Stern en Los Vengadores). Thor es un dios reencarnado en un mortal, con una actitud mesiánica y millones de seguidores. Iron Man es…tacha tachan…un ¡genial millonario playboy alcohólico!(no podía ser de otra forma).

Bryan Hitch se encarga de dar a los personajes un aspecto realista, alejado de las mallas de colorines, pero mucho más próximo a los originales que el ya clásico (y aburrido) cuero negro de Morrison. Todas las páginas despiden esa sensación de estar viendo la adaptación de Hollywood del propio comic, reforzada por el hiperrealismo de Hitch y su estilo “widescreen” (tres viñetas apaisadas por página). De hecho, la serie tiene un ritmo y un desarrollo argumental perfectos para una película. El tono de los diálogos (y la serie en general) es más adulto que las anteriores series de la línea Ultimate, y hasta los propios personajes bromean en un momento dado sobre los actores que deberían ponerles cara.

Cada una de los dos volúmenes que realizaron juntos, de doce y trece números respectivamente, están divididas en dos grandes arcos, con una subtrama común, siendo lo ideal leer las dos series del tirón. A día de hoy se han recopilado de todas las formas habidas y por haber…

El primer arco comienza con un número dedicado exclusivamente a presentarnos al Capitán América en acción, en una espectacular revisión de la secuencia clásica de Lee y Kirby (salto a cohete-cohete explota-caida al helado mar-Steve Rogers dentro de un bloque de hielo), pero con más páginas, miles de extras y montones de efectos especiales . Este número establece el tono realista y cinematográfico de la serie, con unas escenas iniciales (que parecen sacadas de cierta película bélica de Spielberg) que nos hacen pensar que nos hemos equivocado de comic, hasta el momento en el que aparece uno de los mayores logros de la serie: un Capitán America “ultimatizado”, con un uniforme mezcla del tradicional blanco y azul con elementos militares, casco incluido, resumen de lo que vamos a ver de ahora en adelante. Estas primeras páginas están sin duda entre lo mejor que ha dibujado Bryan Hitch en toda su carrera.

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En los siguientes números nos presentan al resto de los personajes y la trama del primer arco. Nick Furia (con los rasgos y la actitud de Samuel L. Jackson) dirige un proyecto destinado a crear un supergrupo. Los científicos Hank Pym y Bruce Banner intentan recrear la fórmula del supersoldado que creó al Capitán América. El último intento de duplicar la fórmula acabó con Banner convertido en Hulk, un suceso solucionado gracias a Spiderman, y encubierto por el gobierno. Este fracaso y el éxito de Pym con su fórmula del Hombre Gigante suponen un duro golpe para Banner, que se sume en una depresión, acrecentada por su divorcio de Betty Ross. Mientras, Stark intenta reclutar sin éxito a Thor, dirigente de un culto New Age, que ve al grupo como la última arma del imperialismo yanqui.

Los problemas domesticos de los Pym

Los problemas domesticos de los Pym

Tras el descubrimiento del cuerpo del Capitán América, el equipo se presenta ante el gran público, creando un debate mediático ante el hecho de que un supergrupo es innecesario ante la falta de grandes amenazas. Esto lleva a Banner a sentirse más inútil todavía, y en un momento de locura, mezcla su suero con una muestra de sangre de Steve Rogers, convirtiéndose en un Hulk aún más salvaje, que arrasa la ciudad de Nueva York, proporcionando al grupo su bautismo de fuego. La batalla contra Hulk es  realmente espectacular, clásica pelea de superheroes en versión hiperrealista, con un Hulk enloquecido por el hecho de que Betty Ross se cite con un actor (real). Sus dialogos (o amenazas) no tienen precio…

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“¡¡¡Hulk usar tu cabeza como retrete!!!”

El segundo arco nos presenta a Ojo de Halcón y la Viuda Negra, agentes de Shield, en una secuencia (fusilada sin el menor pudor de Matrix, devolviendo así la pelota) en la que se enfrentan a unos alienígenas infiltrados en la Tierra, que si bien no tienen orejas verdes y puntiagudas, siguen siendo Skrulls. Estos seres intentan hacerse con la Tierra desde hace décadas, estando tras los avances tecnológicos de los nazis, lo que les llevó a varios enfrentamientos con el Capitán América. Tras infiltrarse en Shield intentarán invadir el planeta, lo que acaba en una batalla con miles de Ovnis gigantes a lo Independence Day.

En el segundo volumen de The Ultimates, trata sobre la caída de la popularidad del grupo debido a la filtración a la prensa de la responsabilidad de Banner en la destrucción de Nueva York, su intervención en la política exterior de Estados Unidos (invasión en Oriente Medio, vamos) y las acusaciones sobre Thor de ser un farsante, un ex paciente de una institución mental que obtiene sus poderes de tecnología robada al proyecto europeo del supersoldado, lo que lleva a los Ultimates a reducirlo (con la ayuda de Mercurio y la Bruja Escarlata). Un complot amenaza con destruir el grupo mientras una coalición de supervillanos procedentes de países enemigos planea la invasión de los Estados Unidos, con ayuda de una figura oculta muy ligada al origen del grupo original.

El Capi haciendo turismo…

La serie fue un éxito tanto de ventas y crítica, siendo los únicos comentarios negativos los referentes al terrible retraso del lanzamiento de las últimas entregas. Gran parte del éxito se debe a que la serie atrajo a toda clase de fans, siendo lo suficientemente original como para atraer al público que, fiel a las versiones originales de los personajes, se mantenía alejado de la línea Ultimate.

La corta duración de la serie (al finalizar, Ultimate Spider Man llegaba al centenar de números), sus tramas semiautoconclusivas y su total independencia del resto de la línea (hay cameos de otras series, pero no tramas relacionadas) permiten leer los veinticinco números sin tener que meterse en crossovers o consultar la wikipedia a cada página (objetivo original de la línea Ultimate, un poco borroso a día de hoy).

El dibujo de Bryan Hitch se ha convertido en un referente, y a día de hoy sigue siendo su mejor trabajo. Sus escenas de destrucción, marca de la casa desde The Autorithy, y sus personajes han marcado época. Incluso ha aparecido cierta tendencia a “ultimatizar” los diseños de algunos personajes, sobre todo el Capitán América.

La espectacular “splash page” (quintuple desplegable!!!) del Ultimates 2 #13

La caracterización de los personajes por parte de Millar esta dentro de lo habitual en este autor. Su especialidad consiste en llevarlos a situaciones límite o inusuales, y ver cómo se comportarían en estos casos, que, en general, suele coincidir con lo que el público está deseando que hagan, pero nunca esperaba ver en un comic Marvel: ¿Hulk cabreado de verdad? Pues a comerse unos cuantos Neoyorquinos. ¿Ojo de Halcón cabreado de verdad? Flechas clavándose en cabezas ajenas con pasmosa eficacia.

Sin llegar a los extremos de Wanted o Kick-Ass, Millar reparte más de lo mismo, lo que seguro hace las delicias de sus fans, pero puede llegar a disgustar a los fans más veteranos. Sin duda más de uno torció los morros al ver a sus personajes favoritos compitiendo a ver quién es más “badass” (vocablo anglosajón que puede resumir, en una palabra, la carrera de Mark Millar). Si bien las versiones de Tony Stark y la Viuda Negra son más que fieles al original, y Thor resulta muy interesante al hacernos dudar si en verdad es un dios o un loco, los personajes de Pym, Janet y Banner están tratados al estilo Watchmen, esto es, haciéndonos ver lo realmente enfermos que están bajo sus fachadas de héroes, reproduciendo comportamientos ya vistos en etapas clásicas de los personajes, pero con un mayor nivel de crudeza. Ojo de Halcón se convierte en una especie de Bullseye (llegando a cargarse gente lanzando sus propias uñas, en fin…).

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En el caso del Capitán América merece una mención aparte. Steve Rogers sigue siendo el entrañable buenazo chapado a la antigua de siempre, cuando actúa como Capitán América se convierte en una versión con mallas del sargento de hierro, capaz de soltar perlas como “el plan es simple: golpearle hasta que caiga” o su ya mítica referencia a Francia, llegando a acciones tan inesperadas como darle una patada en la cabeza a un indefenso Banner (tras hacer un chiste) o perpetrar un “fatality” contra un enemigo también indefenso (tras hacer un no-chiste). Sin duda, esto le puede sentar como una patada en el culo al lector acostumbrado a un personaje generalmente retratado como un idealista, que, si bien es una máquina de luchar, detesta la violencia. Se podría pensar que la versión de Millar se aproxima a la idea del Capitán América que tienen en mente sus detractores (esos que no han leído un comic en su vida), que lo ven como un violento defensor de los valores del imperialismo yanki.

¿Rendirme? ¿Crees que esta "A" es por Francia?

¿Rendirme? ¿Crees que esta “A” es por Francia?

De hecho, Millar utiliza al grupo en el segundo volumen para reflexionar sobre la política estadounidense en los años post-11S, jugando con la idea del impacto que tendría el uso por parte del gobierno de un grupo de superseres. Los hechos del último arco se desencadenan debido a la intervención de los Ultimates para desarmar a un país de Oriente Medio. El problema de esta politización del comic es que, al igual que sucede cada vez que Millar politiza un comic, uno no sabe qué postura se está defendiendo. Si bien en un momento se denuncia la intervención en Oriente Medio, parece que los autores se lo pasan pipa dando una paliza a un puñado de pseudoterroristas con turbante.

Igualmente, nos muestran a un gobierno de los Estados Unidos que actúa de forma equivocada por emprender guerras preventivas contra sus potenciales enemigos, para, a continuación, mostrarnos lo malísimos que son esos enemigos, que por cierto, son capaces de montar en dos días un ejército capaz de aplastar América (y curiosamente, tienen su base secreta en la pérfida Francia, ¡Mon Dieu!). Como en Civil War, Millar mezcla discurso liberal y hechos conservadores (¿o era al revés?), lo que tiene la ventaja de hacer que el lector reflexione un rato (no mucho, es un comic), lo interprete como le venga en gana y saque sus propias conclusiones, lloviendo por una vez a gusto de todos.

Al margen de todo esto, The Ultimates es la obra cumbre de sus dos autores y sus logros superan ampliamente a sus escasos fallos, convirtiéndola en una lectura obligada, tanto por su capacidad de entretener como por su importancia dentro del medio, ya que es probablemente el mejor y más influyente cómic de la pasada (o presente) década, y representa una vertiente realista y rompedora, cada vez mas de moda, que trata de escapar de los límites del cómic y poner un pié en el cine, situándose en el extremo opuesto de la otra obra candidata al número uno, All-Star Superman, homenaje a la inocencia de los clásicos y al cómic como medio.