Hay cómics que son hijos de su tiempo. Necesarios en su momento, pero quedan desfasados años después. Si ahora leemos los cómics españoles de los ochenta que publicaban El Víbora o Cimoc, vemos cómo algunos están inmersos en un contexto social y cultural muy concreto. Fuera de ese contexto, gran parte del cómic pierde su gracia, cuando no resulta prácticamente incomprensible.
Chorizos es un cómic de este siglo, de esta década. Casi me atrevería a decir de este año. Porque habla de la corrupción, de los trapicheos, de la sinvergonzonería de los políticos… pero también de las miserias y bajezas del españolito de a pie. No obstante, mucho me temo que, para nuestro pesar, la vigencia de Chorizos trascenderá esta década y las que vienen. Porque somos así: ruines, egoístas, mezquinos, envidiosos. Ojo, somos así no como individuos, sino como sociedad. Lo llevamos en el ADN colectivo, y el paso de los años no va cambiar eso.
Chorizos complementa los cómics de Aleix Saló y El Jueves. Siempre dentro de los parámetros del humor, el primero hace crítica económica y el segundo de la actualidad y la clase dirigente. Pero Ricardo Vilbor y Ricar González hacen crítica de la sociedad. No crítica social, que es muy diferente. Reparten palos por igual, a izquierda y derecha, a ricos y pobres. No se salva nadie. Porque, como acertadamente dice Sergio Bleda en el prólogo, “ahí estamos todos”. La que añora a Franco y el que añora la República, el cani, la inmigrante, el parado, el cerebro fugado, la joven desahuciada… Pero también el político chanchullero, el progre de piso en la Castellana, el banquero con vocación de Don Limpio. Toda España resumida en 144 páginas. Ríete tú de Pérez Galdós, que necesitó 46 novelas.
Una vez dicho esto, los autores sumergen estos reconocibles personajes en una trama que bebe del cine de Berlanga a espuertas. Y de las comedias de enredo de Wilder y Cukor, y de Forqué (todo hay que decirlo), y de Soderbergh. Incluso del Granujas de medio pelo de Woody Allen. Qué coño, pero si es Torrente 5 en papel. La historia de una cuadrilla de desesperados que intenta robar un banco o un casino no es nueva, pero tal vez sea la primera vez que se plasma sobre el presente trasfondo sociocultural español. Y es una apuesta muy valiente. Tanto por parte de los autores como de la Editorial Grafito, que apostó por ellos.
Afortunadamente (para todos) la jugada les ha salido muy bien. Es un cómic redondo. El guion de Ricardo Vilbor es ágil, ameno. Sencillo, sí, pero ahí radica su éxito. Para contar esta historia no hace falta una trama enrevesada. Sólo personajes creíbles (y ahí España entera se lo ha puesto a huevo), y la historia fluye sola. El gran mérito de Ricardo es saber cuándo parar un chiste. He leído cómics pretendidamente humorísticos que abusan del chiste fácil, de la coletilla, de la frase tonta. Como José Mota, pero en papel. Ricardo huye de eso. Cuando el chiste se acaba, lo deja estar; no lo alarga innecesariamente. Y ésa es una de las cosas más difíciles de conseguir en el humor: llenar espacio sin repetirse.
El dibujo de Ricar González es ágil, descriptivo, expresivo, y disimuladamente detallado… Me he sorprendido al comprobar que en todas las viñetas (salvo en los primerísimos planos) ha dibujado el fondo. No se limita a colorear el fondo, sino que siempre pone un detalle como una esquina de una pared, el pomo de una puerta, una valla en la calle… Puede parecer una tontería, pero con esto vemos que Ricar es un profesional como la copa de un pino, que cuida los detalles. Incluso la elección de los colores es interesante: tonos ocres para la acción que se desarrolla en España y azules para la que transcurre en Mónaco. Y ya. Sencillo a la par que efectivo.
La edición de Grafito, en tapa blanda con solapas (como el resto de sus tebeos: ésa es su línea editorial), viene con unas páginas de bocetos a modo de extras, y también incluye una lámina dedicada por los autores y un programa electoral (ficticio) de los dos principales partidos políticos del tebeo, así como una plana de un diario (ficticio también, evidentemente)… digamos que poco imparcial.
Chorizos es una de esas maravillas inesperadas que desde el más absoluto desconocimiento se acaba convirtiendo en el cómic del año, un sleeper tebeístico (¿tebeíl? ¿tebeero? bueno, ya me entendéis) gracias a la estupenda labor de promoción de Editorial Grafito. Ricardo y Ricar lo tienen muy difícil para superar esta obra, y espero sinceramente que lo consigan. A ser posible, en breve. Mañana mismo, si puede ser.
