Es la hora de las tortas!!!

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Green Arrow: la guerra de los Outsiders

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Hay que reconocerle dos cosas a DC Comics. Que por un lado las adaptaciones televisivas de sus personajes están gozando de una gran aceptación y calidad, y por le otro que cinematográficamente Marvel le está ganando la batalla pero por goleada.

Dicho esto hay que decir que no están dudando en coger algunos de los aspectos que mejor están funcionando en la pequeña pantalla para hacer su traslación al cómic, una especie de círculo que se cierra y que realmente no tiene más que un único propósito: aprovechar el éxito de una cosa para potenciar el de otra. No hay que olvidar que esto es un negocio, puro y duro, y lo que se pretende es sacar la mayor cantidad de pasta posible.

Una interesante revisión de Green Arrow, ahora solo Arrow (también en nuestro país en detrimento de Flecha Verde), que es innegable que bebía mucho de Batman, aunque en el cómic también se le ha visto en la Arrow Cueva así que la cosa no es nueva. Con un talante más serio y una ciudad más oscura. Todo esto logró que los aficionados, en general o al personaje en particular, y un buen montón de público se lanzaran con la serie. Además del acierto de poner un protagonista guapo y en buena forma (un tío cañón, seamos sinceros) que despierta nuestras fantasías.

De esta forma Jeff Lemire y Andrea Sorrentino han movido ficha y han demostrado ser un potente equipo creativo que cargado de muy buena química ha logrado dar nueva vida al arquero. La trama engancha desde un primer momento, creando una gran dosis de adicción que nos pide constantemente saber más, jugando con el ritmo para poder introducir elementos del pasado de Oliver Queen que ayudan a conformar una historia mucho mayor.

Claro está que un buen guión no es nada si no cuenta con un dibujo a la altura, y a la inversa (un dibujo con un mal guión es igual de terrible), a lo que por suerte hay que citar a Sorrentino que da una páginas llenas de calidad y con un narrativa interesante que no duda en jugar con las viñetas y sus espacios para moverlos a su antojo en un baile realmente atractivo. A esto se suma que también se hace lo propio por el color, no siendo solo un añadido visual y sí teniendo una clara importancia en el devenir de lo contado, gracias a Marcelo Mailo y a la gran fusión que han logrado entre los tres (guión, dibujo y color).

Personalmente siempre he sido seguidor de la concepción más ochentera del personaje, que no estuvo del todo mal adaptada a los tiempos posteriores, pero es evidente que todo tiene que cambiar y si es de esta forma, con tal calidad, que vengan todos los cambios que quieran.