Batman: Asilo Arkhan – Purgatorio
Uno de los lugares más fascinantes del lúgubre universo de Batman es el Asilo Arkham, sanatorio penitenciario en cuyas paredes y esquinas se amontonan los más peligrosos y desquiciados criminales de Gotham, compartiendo, además, espacio con la famosa galería de villanos del Hombre Murciélago.
Pocas veces hemos sido participes de los secretos que esconden los trabajadores y habitantes habituales del Sanatorio Arkham, más allá de las ruidosas visitas de Batman para conducir por enésima vez al Joker o al Espantapájaros a una celda. Con la llega de Los Nuevos 52, Scott Snyder y compañía han dado más notoriedad y protagonismo al Doctor Arkham y al propio edificio, dotando de un pasado más gótico que nunca al sanatorio.
Pero años antes de estas (modernas) historias, Dan Slott (Amazing Spiderman, Estela Plateada) desenterró una atípica historia del pasado y el presente del Asilo Arkham. Ayudado por un halo de misterio y en ocasiones de terror, los primeros dueños fueron partícipes de inexplicables rituales que condicionarían décadas después los sucesos narrados en Purgatorio, título de la miniserie escrita por Slott e ilustrada por Ryan Sook (Zatanna, Factor-X) que recoge ahora ECC en un interesante tomo.
Warren White, financiero que durante años se había llenado los bolsillos con dinero ajeno, durante su juicio civil se declaró enajenado en los momentos que ocurrieron los actos que llevaron al hurto, para de este modo librarse de ir a la cárcel. El único error que cometió fue declararse loco en la ciudad de Gotham.
Slott utiliza a El Gran Tiburón Blanco, apodo con el cual se conoce en los círculos financieros a Warren White, como hilo conductor y espectador “inocente” de todo lo que ocurre dentro del Asilo. A lo largo de las páginas del tomo seremos partícipes de las miserias y miedos de los guardas de seguridad del complejo, de la inesperada actitud del director y doctor-jefe, pero sobre todo, de los pacientes, además de cómo un tiburón pasa a ser un Pez.
Obviando a los grandes villanos, a pesar de tener su momento puntual de gloria (sobre todo el Joker o Killer Croc), Slott se apoya en creaciones propias, en futuribles extravagantes villanos para el panteón de Batman, que amolda según las necesidades de la historia, pero a su vez dando voz propia a cada uno de ellos, presentando personajes tridimensionales y no meros títeres condicionados por la línea argumental.
¿Y dónde está Batman? se preguntaran muchos. Pues patrullando la ciudad. Nos encontramos con una historia de Batman sin Batman, siendo solamente un personaje secundario en el primer capítulo de Purgatorio. El protagonismo recae, como he dicho anteriormente, en Warren White o Pez, el jefe de alguaciles Aaron Cash, en el atractivo criminal Humpty Dumpty (una de las creaciones más interesantes de Slott para Purgatorio), y finalmente en el “héroe de la función”, el Demonio Etigran, la creación diabólica de Jack Kirby.
A nivel gráfico, Ryan Sook realiza un trabajo mayúsculo en todos los sentidos. El artista americano, más conocido por sus espantadas a las primeras de cambio, se recrea en la caracterización de personajes, muy necesaria para el tono de la historia, así como en la ambientación del Asilo Arkham, un personaje más de Purgatorio, haciendo reconocible cada recóndito lugar del Sanatorio con un único vistazo.
Con una narrativa fluida, no exenta de piruetas estéticas, tanto Sook como Slott arman una grandísima historia de género negro, con tintes de terror gótico y un más que necesario humor negro para que el lector termine desando más de uno de los lugares más oscuros de la literatura fantástica, sin necesidad de repulsa o hastío.
