Es la hora de las tortas!!!

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Salón del Manga de Barcelona 2010: una mirada crítica

Un año más hemos asistido al Salón del Manga de Barcelona, celebrado en L’Hospitalet de Llobregat. Las fuentes oficiales cifran el número de asistentes en 65.000, lo cual es una señal de la envidiable salud de este evento. Hemos visitado únicamente la zona de exposiciones y stands, evitando las salas de proyecciones y de eventos (cosplay, karaoke, etc), por entender que se alejaban demasiado de la órbita más próxima al tebeo.

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Pocas novedades a destacar este año. Los stands de siempre, tanto de Manga y Anime (y su respectivo merchandising) como de ropa gótica y golosinas. Estos dos últimos, con poco o nada que ver con el manga, pero resultan una buena adición para cuadrar las cuentas de la organización, puesto que en muchos casos el público objetivo coincide.

En comparación con el Salón del Cómic, el número de autores invitados es considerablemente inferior, y muy pocos de primera fila: este año tan sólo Hideshi Hino (La Cúpula) y Wataru Yoshizumi (Planeta DeAgostini). Se trata de un elemento a mejorar para posteriores ediciones.

Las exposiciones, sitas en la planta superior del recito de La Farga, cumplieron de sobra las expectativas, especialmente la dedicada al manga de terror, con muestras y reproducciones de páginas e ilustraciones tanto clásicas (ese Don Drácula de Tezuka) como más recientes. Sigo sin entender la presencia del espacio dedicado a los videojuegos tanto en este Salón como en el del Cómic, salvo que la explicación venga del generoso desembolso que Microsoft hace para tener sus Xbox bien a la vista.

Se podría estimar la presencia del manga (como medio en papel) en aproximadamente el 50% de los stands. Editoriales como Norma, Planeta, Glénat e Ivrea tenían sus megastands con novedades y material atrasado. Pero a su alrededor había multitud de stands con merchandising, peluches, figuras, ropa gótica, dulces, etc.

En definitiva, un Salón con poco que reseñar, insistiendo en los lugares comunes de todos los año. Seguro que los otakus más recalcitrantes lo disfrutaron como críos (perdón por el pleonasmo), y ayudan a cuadrar muy bien los balances, pero sería hora de preguntar si es el tipo de Salón del Manga que de puertas afuera da mala imagen a sus lectores (y a los de todo tipo de cómic, por extensión).